Ya no quiero... éste mundo de infracción,
ya no quiero -contemplar caras erguidas-
embasadas en botellas de cristal,
diseñadas por el horno, de mentiras.
Me desgarra ver los rostros de cenizas
de tanto niño enflaquecido de atención
inhalando la vigente maquinaria
que lleva al sinsentido, la razón.
Sangrando por sus poros, postración,
calcinando la luz de su inocencia
-colapsando los átomos del corazón-
sin deleitar las bendiciones, de la tierra.
Duele a cántaros otear la intransigencia
-diseción ingrata de la dejadez-
plantando en el terreno de las almas,
infértil semilla, de la insenzatez.
Duele... cómo duele... discernir
la afilada cuchilla de la vanidad
matando al día a día -más familias-
que las armadas tropas, de un país.
No quiero más un mundo de infracción
con... tanta... tanta...
pero tanta... indolencia...
pero tanta... indolencia...
27 de junio de 2015
Ivette M. Quiles Silva
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La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. (Karl Marx -1818-1883- filósofo, sociólogo, economista y pensador socialista alemán.)
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