La vida corre sin parar -enfocada en correr tras ella- no valoraba, la luz del amanecer, ni divisaba lo grandioso del camino; no atendía, la magnitud del atardecer, ni deleitaba la restauradora quietud de la luna; y en ese anonadar de la ruleta, opté por adoptar, la prudente filosofía, de la tortuga.
13 de septiembre de 2016
Autora: Ivette M. Quiles Silva
con cariño... Campesina, Brillamor
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