jueves, 1 de septiembre de 2016

Propósito y rendimiento...


        Hace muchos años, en el aula de Español 1, del recinto educativo que atendía en curso; se nos dio la tarea de redactar -nuestra propia interpretación- sobre una obra literaria para la cual se nos entregó, una hoja suelta, donde se hallaba impreso el poema "La Palabra" de Pablo Neruda.  Mi pasión por -las palabras- ardía en mi sangre desde niña y -tras la  lectura de tan valiosa obra- y el sustancial desarrollo en que se desató la clase; incrementó mi pasión, de tal forma, que cuando mi musa se aturde y dispersa por los prados del ocio, corre de inmediato a los pies de ese poema, para inhalar inspiración y esparcir -notas- que me permitan recordar que -todo está, en la palabra-.  Es tan grande, valioso y prometedor -el poder de las palabras- que desde entonces me enganché con ellas y...

        Me propusieron las palabras dar un viaje, prometiendo discurrir mejor la vida; posando mi atención en su convite, comprendí la magnitud de la osadía.  Me incorporé en su auto -decidida- a constatar el fin de su promesa, y sobre llantas de verbos conjugados "Escrutar" era el chofer que conducía.  A su lado un copiloto le asistía, advertí que su nombre era "Aprender", depositó en mis manos -una brújula- con cuatro puntos nominados -sin revés-; miré y los mismos se leían: duda, audacia, firmeza y fe. Incoando el viaje fue el inicio, llenar el tanque con fluida voluntad; el combustible justo para que el periplo, canalizará su misión hasta el final.  

De entrada por un túnel litigante, avasalló el temor en confusión; la brújula en la -duda- prendió una luz; advirtiéndola noté que igual prendió en -audacia- con ella mi temor se apaciguó y se encendió la luz de -la firmeza-.  Se disparó de pronto un vocerío: prejuicios, conceptos, argumentos, opiniones, mitos (en disonante porfía), resueltos a incautarme la firmeza -tras una litigante hilera de vestigios- que trastocara la noción de la osadía.  La luz de la firmeza incrementó su brillo, me sacudió de aquella impronta sensación; y ya pasado el tramo de aquel túnel, supe que -las palabras- tenían razón; -leer- es la acción que permite discurrir mejor la vida, garantizando la satisfacción.  Bien lo declaró, Neruda al decir, "Todo está, en la palabra". Y es que -escrudriñando las palabras- se enciende la luz de la -fe- en uno mismo, evitando ser -marionetas- en cuerdas de... la astuta adulación.

27 de enero de 2016

Autora: Ivette M. Quiles Silva
con cariño... Campesina, Brillamor
©®Todos los derechos reservados
______________________________


No hay comentarios:

Publicar un comentario